Anoche La Mona no quería dormir, simple y llanamente. Y ya sabemos que cuando la Mona dice algo, eso va a misa, o al menos suele ser así con sus abuelos y otros familiares, resulta que cuando se trata de chantaje emocional le saco mas de dos décadas de experiencia.
Montó el que sin duda fue el espectáculo de todos los espectáculos que ha dado -que son demasiados teniendo en cuenta su corta vida- supongo que se sentía rara porque no suele quedarse a dormir en casa del Babu, ella suele dormirse a eso de las nueve y eran las doce de la noche y la chatingui decía que no. ¿Seria el azúcar ¿Seria la emoción de estar rodeada de cánidos pacientes y tolerantes? Mientras estaba tan enfadada amenazándome con su biberón la acosté en mi cama, la cogí en brazos, la paseé, la mecí, la acaricié, le cante el pollito amarillito, la cucaracha desgraciada, le canté en ingles, en español, le explique y horas mas tarde le supliqué y ella se negaba rotundamente a dormirse ni conmigo ni sin mi, muchísimo menos aun a rozar la cuna ni con el calcetín. Llegados a este punto habrá alguna madre horrorizada pensando que no, que le ocurría algo, que le dolía algo y yo no me enteraba, que soy inexperta y merezco cien latigazos, "los niños no lloran sin motivo" es cierto, tenia un motivo, ...os juro que conozco a mi hija como si la hubiese parido, su motivo era tan simple como que no quería dormir en ese momento pese a que el ojito se le cerraba tiernamente.
En algún momento de la terrible llantina debí hacer o decir algo que funcionó, o quizá se aburrió porque simplemente se silenció como el grifo que se cierra. Se acurruco en mis brazos, seca. Acojonada como estaba no me atreví a respirar, mucho menos a acostarla en su cuna así que la deje en mi cama conmigo y por consecuencia no he pegado ojo en toda la noche, porque no se como dormirán los vuestros pero ella es como mínimo cuarto dan de karate nocturno.
Esta mañana bien temprano me ha despertado toda sonriente para pedirme que le cambiase el dodoti, fresca y descansada con su resplandeciente piel de bebe y la marquita de las sabanas en la mejilla, como si nada hubiese ocurrido. Creo que no me ha costado levantarme porque aun no me había llegado a dormir del todo. Luego nos hemos organizado para ir a la pelu a podarle el broccoli de pelusilla que se le forma en la nuca desde hace unas semanas pero estaba cerrada así que hemos ido a pasear al paseo marítimo con el Babu y los perretes, La Mona iba en su triciclo toda feliz saludando a todo el que pasaba, tirando besos y chillándoles "hooooiiaaaaa" mientras agitaba la manita como una replica diminuta de La Reina Madre. A la vuelta y con un sol digno del verano malagueño ante mi sorpresa se ha quedado dormida al fresquito, momento en el que he aprovechado para buscar un bote de aceite y me he embadurnado cual sueca en Torremolinos. He cogido un poquito de color, cosa que no era difícil ya que mi tono había empezado a alarmar a mis allegados. Después del riquísimo almuerzo -os he adjuntado la receta
aquí - la rubia ha estado bromeando sobre el olor de los pañales y ella muy solemne le ha sacado la lengua ha gritado un JA y se ha marchado. Esa es mi niña.
La tarde ha pasado tranquila, hemos tomado café, jugado con los perros hasta que sutilmente se han ido quitando del medio (todo el mundo tiene un limite) hemos paseado, jugado a rodar limones por el salón, mas tarde a rodar nosotros por el salón, a los dinosaurios y el babu ha jugado a los toros con ella y un trapo de cocina cada uno. Hemos cenado Pasta y Hummus y por fiiin hace una hora La Mona se ha dormido.
No se cuantos días nos vamos a quedar por estos lares, las vacaciones tienen el inconveniente de romper algo importantisisisimo en la vida de estos enanos: la rutina. Rezo para que a la vuelta todo siga como siempre y duerma felizmente a las nueve, porque no hay cuerpo adulto que le aguante el ritmo.
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