lunes, 11 de febrero de 2013

De patos de goma y niños diabólicos

Hoy quería esperar a que la mona se durmiese para publicar, hemos estado en la capital visitando a los abuelos, paseando, tomando café y tarta -eso me recuerda que si alguien tiene una buena receta de la tarta de tres chocolates es el momento de compartirla conmigo- y mas tarde hemos ido al parque, esperaba que a eso de las 21.30 después de su super baño con su set de patos de goma, hipopótamo nadador y demás cachivaches acuáticos estuviese molida pero no ha sido así y hasta hace diez minutitos que casualmente se me ha ido un poquitín la mano con el blevit sueño, el monstruo no se ha transformado en un adorable borreguito dormilón. Ya en serio, le doy el blevit ese por no inflarla de zumos o leche antes de dormir porque ni haciéndole ahogadillas en la infusión serviría de algo.

Quería contaros una chorrada algo escalofriante que me ha ocurrido hoy en el parque -obviamente, era o el parque o el mercadona, la puerta de la guardería a las malas, y eso no puede ser porque la mona no va a la guardería-
Resulta que el papi y yo  la llevamos a un pequeño parque que hay a 5 minutos de casa, en un barrio tétrico y muuy viejo, pero es el único parque de la zona con columpios de cestita que son los que mas le gustan a mi sardinilla y de paso me aseguro que no hocique y se rompa los piños que aun no le han terminado de salir.
Generalmente no hay nadie, pero hoy cuando hemos llegado -Papi, La Mona, Blanqui et moi- habían dos padres de unos cuarenta y pico con sus respectivos vástagos, cada uno de los padres en un banco tecleando como obsesos en su móvil.  Los retoños eran una niña de unos seis años bastante repipi y un enano de unos tres o cuatro años con cara de angelote regordete.

Total, que aparco al papi a la perra y el rider en un banco y subo a mi bebe a uno de los columpios.
Los dos niños se ponen como locos porque ellos también quieren columpiarse, a lo que sus respectivos padres contestan con un "sisisisisi luego... espera" y siguen colgados con sus móviles.  La mayor se sube sola y sintiendo lastima le ofrezco columpiarla, me contesta con tono pedante que no, que su padre va a venir a columpiarla, se que puede sonar muy normal, pero creedme, el tonito es lo importante. Así que me apiado de su inocencia y sigo columpiando a la mona mientras ella chilla "oia Tanta oia Papa" cada vez que llega cerca de su padre y Blanki-spanky.

El niño entre tanto monta un pollo, porque claro, hay dos columpios, en uno esta la niña repelente y en el otro mi beba adorada, así que como solo hay dos, aunque hay cuatro juegos mas, por cojones quiere uno de ellos -cosas de niños, hasta ahí puedo entenderlo- y yo, que muy en el fondo soy generosa y a veces hasta buena gente decido arrancar a mi hija de la cestita como puedo y llevarla al tobogán.

Mientras, los dos padres siguen tictictic enganchadisimos a sus móviles y los dos salvajes vienen a subirse al tobogán también. Ni siquiera se tiran, solo hacen el indio alredor arriba y abajo para que yo no pueda subir a la mona y al final mas quemá que el palo un churrero termino preguntándole al nene si deja que mi niña se tire.
El niño no me responde, solo me mira, frunce levente el ceño y os juro por Dios que el niño de La Profecía era una poca mierda al lado.
No me gustan los niños sabihondos o petulantes y mucho menos los maleducados, de hecho hasta hace poco ni me gustaban los niños en general pero siempre es buen momento para expandir los limites de nuestra paciencia. Estaréis pensando que menuda soy, teniendo en cuenta que la mía es una aborigen en toda regla ya me vale, pero la mía es MI monstruo, no hay color.

Empieza a anochecer así decidimos marcharnos, la niña redicha sin venir a cuento me hace saber que ella también tiene un perro, y que su perro ladra en casa así que le contesto que esta bien que su perro ladre porque eso significa que es muy protector y que no dejará que le pase nada, y dando por finalizada la conversación me dirijo al papi cuando el pequeñajo me habla: "Yo tengo un caballo...y unas tijeras,  a veces mi caballo siente miedo, y yo le presto mis tijeras..." ¿¡¡PERO QUE C*/"!!? El papi y yo nos miramos, sonreímos mas tensos que las rodillas de Falete y avanzamos calle abajo. Solo pasados ya cinco minutos nos reímos mientras comentamos la frasecita terrorífica y la situación en general, los padres zombie que llevan a los críos al parque un domingo y no son ni para columpiarlos enganchados al whatsapp y los niños raritos, sobre todo el enano diabólico, que menudo mal rollo.

Ha sido un buen fin de semana, la mona  ha ampliado considerablemente su vocabulario en los últimos días y yo no hago mas que perseguirla y preguntarle una y otra vez quien es quien y como hacen el perrete, la moto, el gatete etc... Menuda plasta. Ademas desde ayer ha sido un despilfarro de besos continuo y eso ha terminado de hacer perfecto mi fin de semana, espero que el vuestro haya sido increíble también.


Y ahora que me acuerdo, mañana acaba nuestro sorteo Tuc-Tuc y empezaremos un sorteo nuevo... ¿A vuestros peques les gusta el chocolate? ¡Espero que sí!


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